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Economía
Publicado el 28 Sep 2020 6:52 PM

¿Cuáles lecciones nos dejó la historia económica —costarricense y mundial— del siglo XX sobre los posibles caminos a tomar para enfrentar la actual crisis económica ocasionada por el COVID-19? Esta fue la principal interrogante de la charla inaugural “Lecciones aprendidas de la Gran Depresión, la Crisis de los Ochenta y la Gran Recesión para enfrentar la crisis económica producida por el COVID-19”, organizada por la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica el pasado 19 de agosto. La charla contó con la participación de MSc. Anabelle Ulate, Ph.D. Miguel Cantillo, Ph.D. Leonardo Garnier y Ph.D. Alonso Alfaro en función de moderador. 

Miguel Cantillo expuso el desarrollo de la Pandemia de Gripe Española de 1918 y sus posibles repercusiones económicas; aunque señaló que medir dicho efecto puede complicarse por la cercanía temporal de la crisis sanitaria con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Para controlar el posible efecto de dicha guerra en la economía, contrastó las variaciones en indicadores como el Producto Interno Bruto (PIB) y la inflación en los tres años posteriores a cada guerra mundial. A partir de dicho control de datos, encontró que entre 1918-1923 —durante la pandemia— hubo una contracción de casi 7 puntos porcentuales en el PIB estadounidense. Entre sus conclusiones, indicó que hubo ganadores y perdedores en el ámbito comercial; ya sea porque el modelo de negocios o la ubicación geográfica de la empresa resultó ser favorable durante la crisis. 

Leonardo Garnier expuso las ventajas y debilidades del modelo económico de Costa Rica durante la segunda mitad del siglo XX, incluyendo la Crisis de los Ochenta. A pesar de las reformas sociales y la prosperidad económica entre la década de los cuarenta y los setenta, a finales de los setenta el país empieza a enfrentarse a las consecuencias de un modelo proteccionista poco competitivo y carente de incrementos en productividad. Esto, junto con el deficiente manejo fiscal de la época, empeoró la Crisis de la Deuda de los Ochenta. 
Como consecuencia, hubo un descenso en el empleo, un incremento de la pobreza a un 54% para 1982, una caída del 40% en la capacidad adquisitiva de los salarios reales y una reducción en la inversión social que, a su vez, terminó acentuando la misma crisis. Por ejemplo, la cobertura educativa de secundaria pasó de 60% a un 50% con la crisis. Con el Consenso de Washington y la caída del Muro de Berlín, los países implementaron programas macroeconómicos de disciplina fiscal, privatización y políticas salariales restrictivas. En el caso costarricense, hubo un proceso de ajuste que impulsó la liberalización y la apertura, pero también incluyó políticas públicas sociales y de promoción de las exportaciones. 

Finalmente, Anabelle Ulate incorporó al análisis la relación de la economía internacional con las crisis costarricenses. Por ejemplo, uno de los orígenes de la Crisis de la Ochenta ocurrió en los setenta por las bajas tasas de interés, los altos niveles de inflación en Estados Unidos y el exceso de liquidez ocasionado por los petrodólares. En 1979, la Reserva Federal aplicó medidas antiinflacionarias que redujeron la inflación, pero incrementaron las tasas de interés real. Este aumento afectó principalmente a aquellos países que mantenían una mayor parte de su deuda con tasas de interés flexibles. Anabelle Ulate también compartió consideraciones sobre la crisis actual, tales como la creación de una agencia gubernamental para la administración de la deuda —debido a la inflexibilidad del proceso legislativo para emitir deuda en el mercado internacional—, la renegociación de la deuda, la negociación de transferencias solidarias con las empresas transnacionales y contar con instrumentos financieros como contingentes.

En síntesis, la charla fue un espacio para reconocer mejor el escenario actual y visualizar posibles acciones a tomar. Primero, la economía se encuentra en un período de recesión con el fin de preservar la vida. La recesión es inducida en parte por los Gobiernos, pero también se origina por el comportamiento de la población que evita contagiarse. Para comprender mejor este fenómeno es necesario analizar crisis pasadas e incorporar el acontecer económico mundial. También, se debe revisar y discutir sobre el procedimiento legislativo para administrar la deuda con el objetivo de garantizar liquidez durante períodos de crisis. Finalmente, el país debe pensar cómo fomentar el crecimiento económico; sin embargo, —como se expuso— dicho crecimiento debe incluir a los distintos sectores de la población, con el fin de evitar desigualdades relacionadas con la productividad y el nivel educativo.

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